Huida, por Jorge J. Zorraquín


       La noche lo inundaba todo, solo las farolas, lúgubres y parpadeantes rompían la monótona oscuridad, como si fueran islas en el mar. La lluvia discurría por su cara y dibujaba su silueta. Intentó mirar el reloj, pero le resultó imposible saber qué demonios marcaban esas dos pequeñas dictadoras atadas a su muñeca.





Ariane, por Isabel Marqués


       El viejo señor Moohan nos hablaba de espaldas a su cuadro, volviéndose regularmente para señalar con un pincel los detalles del paisaje. Su piel se asemejaba a la pintura reseca en los retratos inacabados de jóvenes o niños, que la vejez abraza antes de que el maldito artista pueda perfilar del todo, porque ya no recuerda quiénes fueron ni cómo crecieron tan rápido.


La mujer perfecta, por Elia G. Durán


      Un hombre y una mujer están cogidos de la mano: lo más probable es que simplemente estén paseando, pero hay algo que no me cuadra en esta pareja. Les sigo ¿Es que no tengo nada mejor que hacer? Sí, sí, pero no puedo; ahora quiero ver porqué ese hombre parece un cadáver y esa mujer no parece darse cuenta. Él está tan pálido que me entran ganas de acercarme y ofrecerle ayuda. Da pena. Ella parece perfecta.




El remedio universal, por Joel Mutombo



      Durante varias generaciones se habló de aquella guerra que asoló una nación entera, que consiguió colocar en bandos opuestos a las personas, obligándoles a no buscar otra cosa que no fuera el destruirse la una a la otra… a quienes en un principio mantuvieron una relación ya fuese de amistad o de parentesco familiar, a quienes alguna vez se juraron mutuamente amor eterno, a quienes nunca habían cruzado palabra pero lo único que podían hacer era odiarse porque se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado…devastadores efectos tienen las guerras.




A pesar del amor, el éxito y la riqueza, por Joel Mutombo



    Érase una vez un hombre, al que le rondaba por la cabeza el más pleno de los convencimientos, sobre que lo que se lograba durante el tiempo del que se disponía aquí en la tierra, afortunada o desafortunadamente gozaba de una gran relevancia en dónde fuera o fuese que se llegase a parar, al tocar a su fin dicho periodo.



Pub..., por María Coduras



Siempre era la misma historia. Abrías las puertas del local, saludabas al portero, ese que tenía cara de pocos amigos, y penetrabas en la oscuridad luminiscente.
Desde niño eras aficionado a los solitarios, qué mejor que jugar contigo mismo, en la más deliciosa soledad, y sin tener que dar cuentas a nadie (pensabas).



Pepe Keaton, por María Coduras



Se había quedado sin trabajo. Después de media vida en la misma empresa, había llegado, cerrojazo, y a la calle. Para Pepe, era extraño deambular por las aceras de la ciudad a plena luz del día después de tantos años de trabajo de luna a luna, así que salía cual vampiro encubierto tras unas gafas de sol rescatadas de un cajón de su mesilla de noche, año catapún, regalo de alguna conocida marca de tabaco.



La hoja, por Elia G. Durán


Érase una vez una casa muy, muy grande que tenía dentro una casita muy pequeñita. En esta casa más pequeña vivían varias familias de gallos y gallinas; vivían cómodamente, con su pienso y su paja en abundancia, comiendo, durmiendo y cotilleando con el resto del corral, sin más problemas. Era, en definitiva, un lugar tan normal como cualquier otro.

¡Siéntate!, por Elia G. Durán


      En el principio de los tiempos, antes del mundo que conocemos, existió un gran artesano. Era un hombre anciano que siempre había vivido a través de sus manos: con ellas moldeaba la materia, convirtiéndola en diferentes objetos, algunos de ellos muy útiles, otros quizás más bellos, y cientos para todas las cosas que uno pueda imaginar o necesitar, pero de entre todas ellas, la que más agusto trabajaba, era la silla.



Disfrutando del sofá, por Jorge J. Zorraquín


Llegó a su casa. Nada le podía reconfortar no ya de un mal día sino de toda una semana: la casera le exigía el pago del mes, el coche estaba en el taller, la pensión para sus hijos esperaba desde hacía varios días y su trabajo no le llenaba.